CUATRO MANERAS DE USAR LOS DIÁLOGOS EN UNA NARRACIÓN (Con Ejemplos)
Escribir diálogos fluidos y creíbles, que no rompan el ritmo de la narración, suele ser un gran reto para los escritores novatos.
La manera de superar esas dificultades es la misma de siempre: ¡Leer como loco y practicar como poseso! No obstante, nunca está de más recibir un par de consejos de alguien que ya haya pasado por ese mismo purgatorio.
Déjame mostrarte algunas maneras en las que puedes usar el diálogo en tu narración.
1—. EL DIÁLOGO COMO REMATE.
Este tipo de diálogo es muy útil para pincelar lo que está sucediendo sin detener el ritmo de la narración. ¿Cómo se hace? Generalmente, el autor está contándonos su historia y luego pone un trozo de conversación que sirva como remate a lo dicho antes. Gabriel García Márquez lo usa mucho.
Déjame mostrarte cómo:
“Don Apolinar Moscote tuvo dificultades para identificar aquel conspirador de botas altas y fusil terciado a la espalda con quien había jugado dominó hasta las nueve de la noche.
—Esto es un disparate, Aurelito —exclamó.
—Ningún disparate —dijo Aureliano—. Es la guerra. Y no me vuelva a decir Aurelito, que ya soy el coronel Aureliano Buendía.”
(García Márquez, CIEN AÑOS DE SOLEDAD).
2—. EL DIÁLOGO DIRECTO AL GRANO.
Es lo más parecido a una conversación real en el que las personas no dejan de hablar. El autor no incluye narración, ni muestra más detalles, apenas incluye algunas etiquetas como: dijo, exclamó, etc. En este tipo de diálogo uno tiene que imaginar a las personas hablando.
He acá un ejemplo de Hemingway:
“—Yo voy a pedir costillitas de cerdo con salsa de manzanas y puré de papas —dijo el primero.
—Todavía no está listo.
—¿Entonces para qué carajo lo pones en la carta?
—Esa es la cena —le explicó George—. Puede pedirse a partir de las seis.
—Son las cinco.
—El reloj marca las cinco y veinte —dijo el segundo hombre.
—Adelanta veinte minutos.
—Bah, a la mierda con el reloj —exclamó el primero—. ¿Qué tienes para comer?”
(Ernest Hemingway. LOS ASESINOS).
3—.EL DIÁLOGO ACTIVO.
En esta clase de diálogo el autor ya nos muestra las acciones, escenarios, sentimientos y pensamientos de los personajes, mientras éstos charlan. Es necesario tener cuidado al usar los guiones para asegurarnos que una parte de la charla no se mezcle con una acción o una descripción, sin embargo es el tipo de diálogo más usado en las novelas por su capacidad para mantener enganchado al lector y mantener la acción.
“—Deberíamos volver ya —instó Gared, mientras los bosques se tornaban más y más oscuros a su alrededor—. Los salvajes están muertos.
—¿Te dan miedo los muertos? —preguntó Ser Waymar Royce, insinuando apenas una sonrisa.
—Los muertos están muertos —contestó Gared. No había mordido el anzuelo. Era un anciano de más de cincuenta años, y había visto ir y venir a muchos jóvenes señores—. No tenemos nada que tratar con ellos.
—¿Y de veras están muertos? —preguntó Royce delicadamente—. ¿Qué prueba tenemos?
—Will los vio —respondió Gared—. Si él dice que están muertos, no necesito más pruebas”.
J.R.R. Martin. JUEGO DE TRONOS.
4—. EL DIÁLOGO ACTIVO CON NARRACIÓN.
Es básicamente el mismo estilo de diálogo anterior, pero con el añadido de que se incluyen pequeños trozos de narración que permiten ahondar en lo que está pasando. Mantiene la acción, a la vez que inunda al lector con imágenes vívidas. Los grandes maestros lo usan con soltura y es un ingrediente crucial en los best—sellers actuales.
“Macke avanzó con sigilo por el pasillo hacia las escaleras, y entonces se percató de que Werner estaba frente a la puerta del sótano.
—Me ha parecido oír un ruido abajo —dijo Werner. Accionó la manija, pero la puerta tenía otra cerradura. Entonces retrocedió y levantó el pie derecho.
—No… —dijo Macke.
—Sí. ¡Los oigo! —repuso Werner, y abrió la puerta de una patada.
El estruendo hizo eco en toda la desierta fábrica.
Werner se coló rápidamente por la puerta y desapareció. Se encendió una luz que reveló unas escaleras de piedra.
—¡No se muevan! —gritó Werner—. ¡Están detenidos!”
-UN CONSEJO FINAL
Los diálogos creíbles resultan no sólo de manejar bien las técnicas, sino de saber oír a nuestro alrededor, de percibir cómo conversan las personas en la vida real. Por eso mismo, no es un tonto ejercicio el tomar una charla con tus compañeros de trabajo o tu esposa y tratar de reproducirla íntegra en una página en blanco. Si al leerla, sientes que pudiste captar el momento, no andas por mal camino.
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