SERPIENTES GIGANTES EN LAS LEYENDAS NICARAGÜENSES (Artículo)


Las serpientes son animales a los que hemos dotado de una poderosa carga simbólica.

Eso no es extraño.

Nuestras amigas ofidias han coexistido con nosotros desde el inicio de la civilización y nuestros viejos ancestros tuvieron que idear barreras para evitarlas, huyendo de sus abrazos mortales o sus ponzoñosas mordidas. Cosa nada relajante que obligaba a nuestros viejos abuelos a dormir con un ojo abierto.

Dicho esto, es normal que estas señoritas sean las protagonistas de incontables leyendas que pasan de generación en generación, aterrando a cada nueva persona que las oye... y, entre ellas, nada mejor que las serpientes de tamaño colosal.

A vuela pluma, puedo mencionar al menos cuatro serpientes gigantes que aparecen en los mitos nicaragüenses. 

La primera es la serpiente cornuda que vive en las aguas de la laguna de Masaya (según los lugareños mide unos quince metros de largo). Terrible ofidio que, de vez en cuando, se alimenta de bañistas y tripulantes de embarcaciones con mala suerte. Algunos especulan que las leyendas tengan algo de cierto por su persistencia y la cantidad de testigos.

También tenemos a la Culebra Mica en el occidente nicaragüense, que mide unos nueve metros, y que se debe desafiar durante siete viernes con nada más que una vara de madera. Si se logra vencer durante siete viernes, la Culebra Mica te dará sus tesoros, aunque nadie la ha vencido en tantos siglos. 

Otra más es la serpiente gigante que se enamoró de una reina indígena en Sébaco (y que fue llamada Cihuatl Coatl por esto, es decir "mujer serpiente"). Según la leyenda, la adúltera dama dejaba a su marido por largos días para dedicarse a ritos a los dioses, pero el tipo no era tan tonto. Siguió a su mujer y la encontró enredada en sórdidos amores con una serpiente gigantesca.

El cacique, dolido por la traición, asesinó a su mujer -aunque la leyenda no precisa si lo hizo delante del amante reptiliano-, y la criatura enfurecida agitó las aguas del río y destruyó el asentamiento indígena.

La más grande de todas, sin embargo, debe ser la serpiente de Apante en Matagalpa, una sierpe que mide cientos de kilómetros, encerrada debajo del cerro con el mismo nombre y atada con tres cabellos de la Virgen. 

Era una criatura primordial y siniestra que tuvo que ser apresada con los poderes del mismo Cielo. Su cabeza está debajo de la mole de piedra y tierra, pero su cola descansa en medio de la ciudad de Matagalpa, justo debajo de la Iglesia Catedral.

Según la leyenda, ya se han roto dos de los tres cabellos virginales que atan al demonio, y cuando el tercero se rompa, la ciudad dejara de existir, barrida por una avalancha súbita, mientras la vieja bestia cobra su merecida venganza.


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